Durmiendo plácidamente, después de que aquel baño de sales relajantes calmara mis doloridos pies y aclarara un poco mis ideas, tuve un sueño, más parecido a una visión, en el cual, un gran prado nevado se extendía ante mis ojos, cientos de arboles con sus ramas secas y torcidos, cubiertas por una densa capa de nieve, combinaban con el frío y blanco paisaje, a excepción de aquel frondoso almendro, rebosante de flores como si fuera inmune al gélido invierno.
De pié junto a mí, había una indefinida silueta de un ángel, que me producía una cierta seguridad y bienestar, a pesar de que no tenia rostro alguno. Solo una borrosa capa como dibujada a carboncillo cuidadosamente sobre su faceta, similar a un efecto de niebla grisácea.
Los dos contemplábamos estupefactos aquél insólito árbol, de cuyo grande y viejo tronco manaba una espesa savia, formando riachuelos que iban a parar a un profundo lago de sangre, casi oculto bajo la nieve.
Me alarmó sentir el crujir del suelo bajo mis pies, y aquello provocó junto al estridente sonido del despertador mi sobresaltado amanecer.
Lo primero que hice al despertar fue lanzar una larga mirada por la ventana. Qué extraño era el cielo ese día, de un color blanco y gris, sin siquiera una minúscula nube en todo lo alto. La luz del sol brillaba débilmente, como si un gran cristal opaco se interpusiera entre sus rayos.
Yo no tenía ganas de ir a la universidad, de imaginarme aquel recorrido hasta el nombrado edificio se me cerraban aún más los ojos. Pero tenía que ir, me pasé más de 4 horas frente al piano, para entregarle la composición a la profesora Carrigan.
La verdad no es que me hubiera salido genial, ya le dije a mi vecino Jamie que me ayudara a mover el piano a otro lugar, pues el eco de mi pequeña habitación impedía adquirir calidad de sonido al gravar. Pero Jamie estaba ocupado pintando la habitación de su único hijo y me pidió disculpas por no poder prestarme su ayuda. Así que guardé la composición como pude con mi mp4 y lo metí en la mochila junto los 3 libros de música; contemporánea, moderna y clásica.
Con los ojos medio cerrados y la mente aún volcada en aquel sueño tan raro, me vestí lentamente delante de la estufa eléctrica que cada noche dejaba encendida, ya que mi habitación siempre estaba fría, ya fuera invierno, o el cálido verano. Los vaqueros que me puse también estaban sumamente fríos, pero rápidamente su dura tela se acostumbro al calor de mi cuerpo.
Me coloqué aquél cinturón negro con la hebilla de MISFITS que compré las 3 anteriores semanas, cuando la feria de tatuajes vino a mi ciudad. Después de arreglarme la camiseta interior de algodón y calzar las DC’s negras con letras un tanto ilegibles a los laterales, fui al servicio para lavarme los dientes. No quedaba apenas dentífrico, pero si el suficiente como para llenar el cepillo.
Mientras con él raspaba con decisión mis molares y toda mi dentadura, me quedé mirando el espejo que tenía justo delante de mí, parando secamente con mi higiene bucal. Otra vez aquella cara, la misma que vi la semana pasada cuando se fue la luz en mi casa. Me miraba, fijamente a los ojos, y yo totalmente paralizada sin soltar el cepillo del interior de mi boca, vigilaba cada expresión en su apariencia fantasmagórica.
Entonces de sus ojos gotearon sangrantes unas lágrimas, que se deslizaron por el espejo hasta caer en el lavabo. Me asusté tanto que dejé salir de mi un profundo grito antes de dar un fuerte puñetazo al cristal, sin pensar que aquél acto hubiera podido destrozarme la mano. Aunque no lo hizo, unos pocos cristales se clavaron en mi piel, y sentí un intenso dolor recorrer todo mi cuerpo junto algún que otro escalofrío.
Cuando volví la mirada al espejo, la silueta había desaparecido por fin.
Y Jamie, mi vecino, aporreaba la puerta de la entrada de mi casa mientras bramaba una y otra vez mi nombre.Enrollé una toalla alrededor de mi mano, sin pararme a sacar los cristales de ella, y me dirigí a abrirle la puerta a Jamie que esperaba ansioso que le dejara pasar.
-Audrey! Que ocurre! Estaba mirando la tele y te he oído gritar, luego he escuchado un fuerte…que te pasa en la mano?!-alertó al ver una gran mancha roja en la toalla que cubría mis heridas.
-Había una araña en el cristal, me asusté al ver su reflejo y sin pensarlo 2 veces le di un trompazo al espejo-procedí dejando al descubierto mi ensangrentada mano.
-por dios! Te duele mucho?
-solo un poco, no pasa nada Jamie, ahora me lo curaré y me iré a la universidad, por suerte aún falta media hora.
-no vayas a la universidad con la mano así Audrey, antes tiene que verte un medico.
Mi vecino Jamie era un honrado hombre, joven, de unos 34 años, cabellos negros y tono medio de piel, unos ojos completamente marrones y grandes, aunque de forma un tanto extraña. Se preocupaba mucho por mí, él y su hermano de 20 años, Derek, vivían en el piso de abajo. Todas las semanas llamaban a mi puerta para darme algún trozo de tarta de fresas o algún que otro postre. O simplemente me hacia alguna visita para saber cómo estaba y esas cosas.
Esa familia me recordaba mucho a mí. La madre de Derek murió cuando él solo era un bebé, y Jamie lo tuvo que mantener solo, sin ayuda de nadie, al igual que mi padre.
A veces sentía ganas de ver a mi madre, de saber cómo era, de descubrir el color de sus ojos, de escuchar su voz…Ni siquiera tenía una sola foto para aclarar mis preguntas. Mi padre quemó cada recuerdo de ella cuando falleció, y ni nunca nombraba su nombre cuando estaba con él.
Era como si la odiase por algo. Pero yo nunca preguntaba, aunque dentro de mí había muchas preguntas por formular, nunca dejaba que la curiosidad se adueñara de mí, más que nada, porque tenía miedo de saber la verdad.
-tengo que entregar un trabajo muy importante, no te preocupes Jamie, no duele tanto, solo se me ha clavado un cristal pero no muy profundo, ahora me lo curare. Gracias por tu preocupación-dije tras una larga sonrisa, tragando saliva e intentando que mis palabras sonaran con sinceridad, sin mostrar el más mínimo acto de dolor.
-Está bien Audrey, pero si vuelves a ver esa araña, dile de mi parte que la espero abajo-chisteó
1 comentario:
Hola, soy AlgOl de "El Baile del Espíritu". Te escribo aquí porque no sé tu email. No hace falta que publiques esto.
Vi tu blog Ephemeralangels cuando enviaste el comentario, pero ahora no lo encuentro. Me gustaría poner un link en mi blog a tus artículos, que me parecen muy interesantes. Cuando tengas un rato, escríbeme (dioshamuerto666@gmail.com) y dime si vas a reabrirlo o si mejor pongo el link a este blog praitthconstance.blogspot.com. Gracias, muchos saludos!
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